miércoles, 25 de abril de 2007

Yo también canté en Paris (última parte)

Cuando íbamos de regreso a Paris desde Joigny, Magdalena quiso pasar a visitar el Palacio de Fontainebleau. No podíamos salir de nuestro asombro con Vivi por estar en un lugar así. Recorrer habitaciones tan llenas de historias y pobladas de tantos fantasmas. Contrariamente a lo que yo hubiese imaginado había muy pocos visitantes. Está un poco más alejado de Paris y supongo que por eso no es tan concurrido como el Palacio de Versalles que es una romería.


Fontainebleau data del siglo XII. Este lugar ha sido habitado por grandes personajes de la historia como Luis VII, allí nació Felipe el Hermoso, Francisco I, Enrique II, Luis XIII, Luis XIV, Luis XV, María Antonieta, Napolén Bonaparte junto a Josefina y otros tantos. De pronto las odiosas lecciones de historia de la secundaria toman otro valor y me sentí agradecido por haberlas estudiado.
Recorrimos todo lo que pudimos porque se nos hacía tarde para regresar a Paris, Sergio no quería llegar en la hora pico porque el tránsito en las rutas de accesos se torna muy difícil.
Nuestro trabajo en Paris había finalizado.
Magdalena fue sumamente generosa con nosotros y nos regaló una semana de estadía en Paris en el Hotel Place de la Madeleine, cuyo fachada daba a la parte trasera de la iglesia de la Madeleine.

Magda se despidió de nosotros y se fue a pasar unos días a Florencia con Sergio.
El hotel era un horror!!! Para que tengan una idea el piso de la habitación de Vivi tenía una inclinación como de 25 ° jajajajaja y en la mía el baño era un espanto. Seguramente no había baño privado originariamente, por lo tanto anexaron uno. El inodoro tenía en la parte de atrás un artefacto como una licuadora… ustedes se imaginarán para qué. Un espanto!!! Y ni hablar del olor que había en los pasillos. Jajajajaja… pensar que habíamos estado en los hoteles más caros de Paris y después terminamos en un lugar asi. Pero… quién nos quita lo disfrutado???
Lo importante es que teníamos unos días para nosotros para recorrer Paris a nuestro gusto, sin apuros, disfrutando a pleno de la ciudad.

Visitamos todos los lugares típicos de la ciudad: Montmartre, Sacré Coeur, Ile de la Cité, Ile Saint Louis, Galerías Lafayette y Printemps, disfrutamos de algunas delicias de Fauchon, Café de la Paix, vimos las vidrieras de las casas centrales de Christian Dior, Saint Laurent y otros diseñadores, anduvimos en el Metro (un servicio increíble), escuchamos maravillosos músicos callejeros, vimos infinidad de pinturas, libros, postales y cosas increíbles en puestos callejeros. Sería imposible mencionar todos los lugares que conocimos.
Fue una experiencia maravillosa para nosotros visitar el Museo del Louvre. Qué maravilla observar la Victoria de Samotracia, recorrer todos los tesoros que Napoleón robó de Egipto y tantas otras obras de arte. Lamentablemente para poder recorrer todo el museo se requiere de varios días y sólo pudimos ver un ala. Yo quise dejar para nuestro último día la visita a la enigmática sonrisa de La Mona Lisa. Recuerdo que salíamos de regreso para Buenos Aires un domingo, debíamos estar en el Aeropuerto aprox. A las 18 hs. Para no pagar un día más de hotel dejamos nuestro equipaje en el depósito y salimos a disfrutar nuestras últimas horas. Oh! Sorpresa!!! Cuando llegamos al Louvre había un cartel que decía que el Museo permanecería cerrado ese día. NO!!! No lo podía creer. Me iba de Paris sin ver a la Gioconda!!! No recuerdo exactamente por qué razón estaba cerrado ese día… en fin… Mona Lisa me sonreirás en la próxima visita.
Después caminar mucho, de comer en el Barrio Latino, de haber andado por las orillas del Sena y cruzado sus puentes, fuimos hasta el hotel por nuestro equipaje. Tomamos un taxi hasta el aeropuerto. El taxista obviamente no usaba los increíbles perfumes franceses, este señor tenía un olor insoportable!!! Había comenzado a llover y nosotros íbamos con las ventanillas abiertas porque no aguantábamos el olor a chivo jajajajajaja.
Llegamos al Aeropuerto Charles de Gaulle, despachamos el equipaje, y a esperar la salida del vuelo.
Pedimos asientos en el centro porque es mucho más cómodo. A nuestro lado (en la parte del centro son 4 asientos) había una pareja de recién casados. Llovía torrencialmente al momento del despegue. Llovió durante todo el cruce del Atlántico, en ningún momento se apagó el cartel de “Ajuste su cinturón”, el avión se sacudía para todos lados. Vivi y yo somos medio Kamikazes y nos encantaba la situación. Nos reíamos a carcajadas con cada pozo de aire… los mieleros estaban aterados. El avión tuvo que hacer una escala no prevista en Recife, Brasil, para reabastecerse. Luego la escala prevista en Río de Janeiro. Y finalmente Buenos Aires.
Ay! Paris… yo sé que en algún momento volveré.



Llegamos a Buenos Aires en horas de la mañana. A la noche fui al Hotel Plaza a la entrega de los premios Martin Fierro porque nuestro programa "Magdalena y la ciudad" estaba nominado, y como Magda seguía en Florencia me tocó tomar su lugar. No lo ganamos, pero de todas formas yo ya se me sentía un ganador porque había tenido un premio fantástico!!!

2 comentarios:

Raquel Barbieri dijo...

Hola Claudio,

¡¡¡Me encantó tu relato parisino y la ilustración fotográfica. Es fantástico ese viaje, aún con la licuadora en el reverso del water!!! Y el chivex del taxista me mató. Me descompongo a la distancia, pero sin esos detalles, no sería un viaje "comme il faut, bon chic bon genre".

De paso, te comento para que te entusiasmes más (no sé si cantás el Rodrigo de Don Carlo de Verdi) pero parte de esa ópera transcurre en el Palacio de Fontainblau. Es una de mis favoritas de Verdi porque además, el rol para mezzo es re-sucundúm (el de la Principessa Eboli, que tiene el ojo tapado porque es tuerta, y resulta que ser tuerto era TOP en esa época). Tenía un levante la Eboli... que para qué te cuento. Su aria es la famosa: "Oh, don fatale".

Bueno, amigo... después la seguimos.
Besos,

Rachel:)

Claudio Ortiz Vera dijo...

Hola, Rachel!
Claro que canto algo del Rodrigo de "Don Carlo", es una de mis óperas favoritas y además es uno de los roles de barítono que más me gustan. Esa ópera es alucinante y muy curiosa porque el pobre Don Carlo tiene que cantar muchísimo pero no tiene una gran aria, el pobre siempre está cantando con otros. El resto de los personajes tienen sus grandes momentos de lucimiento. Y lo cierto es que el aria "Tu, che la vanita" me mataaaaaa!!!
Un besote
CLAU