domingo, 18 de marzo de 2007

Borges tuvo la culpa





Sí, así es, fue por culpa de la “Oda a la patria” de Jorge Luis Borges que se despertó en mí la vocación por la locución.
Siempre me gustó leer obras de teatro, poesías y novelas. Cuando estaba cursando el tercer año del secundario, se presenta un día la Sra. De Grondona (profesora de Geografía) solicitando a alguien que quisiera leer un poema en un acto del 9 de julio.
Le había tocado a ella preparar ese acto y no tuvo mejor idea que elegir un fragmento de la “Oda a la patria” de Borges. En el momento que preguntó si alguien estaba dispuesto, mis compañeros me señalaron y la profe me tomó una prueba, lo que hoy diríamos hizo un “casting” jajajajaja!!! Y le gustó mi voz y mi forma de leer. Por lo tanto fui seleccionado. No tenía contrincantes!!! Lo cierto era que nadie tenía el menor interés en hacerlo.
Y empezaron los ensayos dos semanas antes del 9 de julio, cosa que estaba buenísima porque zafába de unas cuantas horas de estudio. Y ahí estaba yo leyendo una vez, y otra vez, y otra más aquello de:



“Nadie es la patria. Ni siquiera el jinete
que, alto en el alba de una plaza desierta,
rige un corcel de bronce por el tiempo,
ni los otros que miran desde el mármol,
ni los que prodigaron su bélica ceniza
por los campos de América
o dejaron un verso o una hazaña
o la memoria de una vida cabal
en el justo ejercicio de los días.
Nadie es la patria.”

La sra. De Grondona era una perfeccionista. No quería dejar nada librado al azar y me marcaba constantemente la entonación que debía darle a cada frase.


“La patria, amigos, es un acto perpetuo
como el perpetuo mundo. (Si el EternoEspectador
dejara de soñarnos un solo instante, nos fulminaría,
blanco y brusco relámpago, Su olvido.)
Nadie es la patria, pero todos debemos
ser dignos del antiguo juramento
que prestaron aquellos caballeros
de ser lo que ignoraban, argentinos,
de ser lo que serían por el hecho
de haber jurado en esa vieja casa.”


Finalmente llegó el día del acto. Estaba muy nervioso porque la verdad es que no estaba acostumbrado a estar leyendo delante de tanta gente. El Normal Artigas de San Fernando era y es un colegio enorme y concurrían muchísimos alumnos.
Llegó mi momento. Creí que iba a desmayarme por los nervios, pero inesperadamente cuando avancé hacia el micrófono y empecé con mi lectura, lo hice con tanto aplomo, con tanta seguridad, que me sorprendí a mi mismo.


“Nadie es la patria, pero todos lo somos.
Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante,
ese límpido fuego misterioso.”


Modestia aparte debo decir que me salió ¡¡¡BÁRBARO!!!
Me aplaudieron muchísimo. Todos mis compañeros me saludaron con cierta admiración, y recibí besos y felicitaciones de parte de todo el cuerpo docente. Yo estaba en una nube, y me dí cuenta que había disfrutado enormemente de ese momento.
Para el acto siguiente me pidieron que fuera el Maestro de Ceremonias, y para el siguiente y así sucesivamente en todos los actos escolares hasta el último día del secundario en que me tocó despedirme de la escuela en nombre de mis compañeros.
Sin habérmelo propuesto y por pura casualidad descubrí una vocación. Al terminar mis estudios yo sabía que quería ser locutor, y el culpable de ello fue Borges.

3 comentarios:

Raquel Barbieri dijo...

Claudio,

Me encantó tu relato y pude imaginarme toda la "régie" del asunto... jajajajaa.
Es increíble como por Borges llegaste a la locución y por Magdalena, a la ópera. La vida no deja de sorprenderme un solo día.

Y me alegro muchísimo que tu alumno Alejandro haya retomado las clases de canto. ¡Bien por el bajo tanguero!


Un beso,
Rachel

Claudio Ortiz Vera dijo...

Gracias, Raquel por tu buena onda de siempre.
Me encantó el clip que publicaste en tu blog con Renée Fleming!

alexis sanchez dijo...

Hola, disculpa la ignoriancia; pero ¿sos el mismo Claudio Ortiz que participaba de vez en qando ,con breves poemas, en el programa de radio "la pelota no dobla" (rock&pop)?.
Desde ya muchas gracias.